jueves, 3 de marzo de 2011

Tenía 17 cuando le ofrecieron esa tabla,cogió una ola gigante y se enfrentó a ella.Nunca había pensado que surfear fuera lo suyo,pero le gustaban los retos.No tenía ni idea de lo fuerte que las olas pueden golpear a veces y no le gustaba el mar de día ,aunque lo adoraba por la noche,aun así aceptó el reto.

Tenía 20 cuando se dio cuenta de que se había dejado arrastrar por algo que no la llenaba.Ya estaba marcada,las cicatrices no eran muy visibles al menos a simple vista,pero ahí estaban.

Tenía 25 cuando pensó que había tomado de nuevo las riendas de su vida.En apariencia todo iba bien,no se comprometía demasiado con nada,no se encariñaba en exceso con nadie,no dejaba que nada ni nadie entrara en su corazón.Se dejaba querer,pero se había congelado por dentro y no era capaz de querer de verdad.Y lo peor...aunque no se daba cuenta los olas seguían ganando la batalla.

Tenía 27 cuando su corazón congelado empezó a derretirse.Fue solo una ilusión,un espejismo,pero la obligaron a mirarse por dentro y eso la cambió,la hizo desear otras cosas,dejó la tabla en la arena de la playa y se sentó a mirar el mar.

Tenía 29 cuando descubrió que mirar el mar acompañada era mucho más emocionante que mirarlo sola,que sentarse al lado de alguien,hablar de todo y de nada,bromear,escuchar el mar,acariciar la arena y querer,no solo dejarse querer,no la había vuelto más vulnerable ,como creyó en un principio,la había vuelto mucho más fuerte...descubrió que era más ella misma que nunca.

Tenía casi 30 cuando se tumbó en la arena una noche y se quedó mirando las estrellas,solo por el puro placer de verlas brillar.En ese momento sintió paz.